martes, 4 de enero de 2011

Una oportunidad y una apuesta

Después de derroches, resacas y sentimientos que nos han dejado las festividades de navidad y de despedida y bienvenida de un año, despertamos a la siempre compleja realidad hondureña. Culminamos un año cargado de las mismas dinámicas de exclusión y violencia, de polarización y confrontaciones entre diversos sectores que sólo se conciben a partir de la eliminación del contrario. Un año repleto de precariedades para la mayoría de la población.
A pesar de las proyecciones, nada halagadoras, la población comienza con la lista de retos y nuevas tareas a iniciar este 2011. Ahorrar, tener mejor salud, conseguir un empleo, continuar los estudios o simplemente luchar por llevar los tres golpes diarios, son en su mayoría los anhelos a perseguir.
Con el arranque del nuevo año, tenemos la necesidad de trabajar en la ruta de salida al terreno movedizo político y social que enfrenta el país. Una apuesta por el diálogo sin cálculos y con la escucha puesta de cada sector a lo que proponen los otros, incluso los que han estado en el sector más apuesto o contrario, es la condición para alcanzar mínimos consensos nacionales para encontrar una ruta de salida a la crisis del país.
Cualquier propuesta que provenga de un único sector se estrellará con una mayor conflictividad. El país necesita de consensos mínimos que se constituya en un pacto social en el que se concreten las transformaciones sociales, económicas, políticas, culturales, jurídicas e institucionales que la población y el tiempo presente demandan.
Entramos a la encrucijada, O avanzamos hacia una negociación desde una franca e incluyente mesa de diálogo de donde surjan las nuevas reglas del juego, o seguimos los mismos patrones que nos mantiene en un país empobrecido, excluyente y violento. O nos abrimos todos los sectores a una nueva lógica que rompa con la que nos condujo hasta la actual polarización e ingobernabilidad, o seguiremos en el atolladero del cual sólo los violentos saldrán gananciosos.
El comienzo de un año es una oportunidad para amanecer a nuevas actitudes y nuevas energías positivas. No perdamos la ocasión. Hoy es un tiempo para despertar y crecer en conciencia ciudadana, para trabajar desde abajo, comenzar procesos de organización y formación desde nuestros barrios, colonias y comunidades.
Sólo desde abajo tendremos reales oportunidades para refundar una nueva Honduras, donde lo humano sobrepase los capitales, donde la gente pueda vivir en total dignidad. Un nuevo pacto social que recoja mínimos consensos a partir de un diálogo incluyente, es nuestra demanda y nuestra apuesta en este año que apenas amanece.

Fuente: Radio Progreso

Zelaya analiza las tareas pendientes del Frente de Resistencia para el 2011

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Red Morazánica de Información 
Tegucigalpa. 03 Enero 2011. El presidente hondureño expatriado por el golpe de Estado, José Manuel Zelaya,  evaluó que el Frente Nacional de Resistencia  Popular (FNRP) recibe el  año 2011 con una carga importante de tareas pendientes ante  la “incertidumbre” nacional por la crisis Política desde el Golpe de Estado, que no se ha resuelto. 
El coordinador general del FNRP, Manuel Zelaya, estima que es  “imperativo” que el Frente conserve su papel “de vanguardia, beligerante  y  constructivo”,   y que lleve al pueblo resistente como su tarea principal la  idea  de reconstruir el orden democrático en el país.
Para tal proceso, la Resistencia debe unirse a fin de “acabar con la impunidad, la parcialidad de los jueces y magistrados a favor de los golpistas,  y  la indefensión  a que tienen sometido al pueblo, así como la convocatoria al soberano para restaurar el pacto social”, manifiesta. 
Expresa Zelaya que siendo “esencialmente política la razón de ser del FNRP”, ese debería ser el eje de su accionar.  Sin que por eso descuide la obligación de definir si se participará o no, de manera directa, en las competencias políticas.
Pero, el quehacer  principal de la Resistencia  “debe ser  involucrarse activa y constructiva en la vida nacional”, sostiene.
Zelaya evalúa que  la búsqueda del poder, en “toda la argumentación del FNRP, aún sigue en el aire”,  lo que apunta como algo que sirve para “nutrir de confianza a los adversarios”. 
Y recomienda que en tanto llegue el momento,  “a toda costa”, se debe continuar la “construcción de consciencia en el pueblo hondureño”.  
Argumenta que el opositor permanente será el mismo, y  el instrumento de poder estará siempre al  servicio del Régimen, lo que sólo habrá de cambiar hasta que sea revertido el  sistema de exclusión.
El coordinador general plantea a la Resistencia que  debe “construir el momento oportuno” para decidir cómo llevar la lucha por el poder –lo que no puede quedar sólo en un “eufemismo”- y  “hacer crecer permanentemente su capacidad para organizarse  en los próximos años” hasta lograr las riendas del país y “llevar adelante esa misión con responsabilidad”. El   tema fundamental de la unidad,  pasa por tal decisión.
Zelaya indica que, en una dimensión continental, otro asunto importante, es el  retorno de quienes, como él, viven un exilio. 
En el 2010, se produjeron “forcejeos para crear dentro del Frente una política coherente alrededor de este tema”; hasta resolverse con  las Actas Soberanas. “Luego de más de un millón trescientas mil firmas el tema quedó suficientemente aclarado”, recuerda Zelaya.
“El retorno es un problema político esencial, pues representa la preeminencia de las banderas del Frente, y del anti golpismo en América Latina”, asegura.
Zelaya respalda la esencia política del problema del retorno,  mostrando que “el Régimen, en forma unilateral, busca fórmulas jurídicas para ‘arreglar’ el asunto  político de mi destierro.  Yo me he negado consistentemente a cualquier tipo de arreglo que implique renunciar a nuestras demandas”.
Y llama la atención necesaria para que el FNRP, “entienda esta dimensión política”;  y promueva acciones  “unitarias” con el propósito de presionar para que  se respeten los derechos y las garantías de todo el pueblo hondureño,  a  fin de “terminar con la persecución política y la impunidad”.
Asimismo, debe hacerse  un esfuerzo para que todos  los dirigentes de las organizaciones sociales y políticas que conforman el Frente, "estén siempre informados y además, deben ser parte de su ejecución".
Zelaya destacó el papel del Sub coordinador, Juan  Barahona, en  la conducción del Frente; así como también, la satisfacción  por la colaboración que le presta el Comité Ejecutivo  y sus asesores. 
Al tiempo que deseó satisfacciones en los hogares del pueblo,  el coordinador general invitó al Frente a  “seguir luchando con el tesón que lo han hecho hasta ahora, y a utilizar la honestidad y la razón  como el arma que nos diferencia y nos hace mejores que los que nos reprimen”.
Manuel Zelaya  advierte que  el crecimiento acelerado de la deuda interna del país,  la falta de producción y tributos reducidos,  podrían convertir la situación actual,  “en una maldición para muchos años”, sin mencionar “el peso terrible” de una deuda externa que sube “como espuma”.  Y los efectos desalentadores “como siempre, irán  a dar al pueblo”.

Cardenal pretende victimizarse, mientras acusa veladamente a la Resistencia

Red Morazánica de Información
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Red Morazánica de Información

Tegucigalpa 03 de enero de 2011. El cardenal hondureño Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, intentó mostrarse hoy como una victima más del golpe de Estado, en el programa “Frente a Frente”, que dirige el periodista Renato Álvarez,  uno de los principales voceros del golpe de Estado, al denunciar unas supuestas amenazas a muerte.
El purpurado denunció haber recibido amenazas a muerte después del golpe de Estado, mientras algunos sacerdotes afines también al golpe, también estarían siendo amenazados, por sectores que no identificó directamente.
Sin embargo el cardenal prácticamente acusó al Frente Nacional de Resistencia Popular FNRP, al afirmar que quienes están detrás de las amenazas  “están en el peor camino, no es por allí donde se puede comenzar una nueva Honduras para hacer una Honduras mejor, debemos aprender a respetarnos y no pensar que la ideología del pensamiento único nos va a llevar a la liberación”.
El FNRP,  propone la refundación de Honduras a través de la convocatoria a “una nueva Asamblea Nacional Constituyente Popular y Participativa” y para volver al orden constitucional, roto por el golpe de Estado militar contra Manuel Zelaya Rosales.
El cardenal dejo entrever que habría una persecución contra algunos sacerdotes partidarios del golpismo, sin embargo olvidó mencionar el caso del padre Andrés Tamayo, quien el dictador Roberto Micheletti, le canceló su carta de naturalización como hondureño y le negó la entrada libre al país.
Algunos sectores acusan al cardenal, de ser él quién ordenó la expulsión del Padre Tamayo, a quien se le privó del ejercicio pastoral al quitarle su parroquia en el municipio de Salamá en el departamento de Olancho.
Rodríguez es señalado de ser uno de los principales actores del golpe contra Zelaya Rosales, y está acusado además de malversación de caudales públicos ante la Fiscalía general del Estado, por recibir por decreto ejecutivo 100 mil lempiras mensuales durante las administraciones de Carlos Flores y Ricardo Maduro.
Después del golpe de Estado, el prelado católico ha aparecido muy pocas veces en los medios de comunicación, y muchas veces ha salido huyendo de las cámaras ante las preguntas de los periodistas, pero hoy apareció por más de una hora en la televisora que el día del golpe de Estado, retransmitió partidos de fútbol antiguos de la selección nacional.
De acuerdo con una nota recogida por Proceso Digital, “Rodríguez dijo que tras esos hechos, (el golpe de estado) él ha tenido que enfrentar varios incidentes en el extranjero, donde personas le llaman golpista, lo que considera injusto y falso porque yo no he tenido que ver en eso”.
“Es una red, lamentablemente hay una red no solo a través de Internet sino a través de varias organizaciones”, se quejó el religioso en la nota publicada por el medio digital.
Lo que el cardenal quisiera borrar de su pasado reciente.
El Cardenal  hondureño, se opuso al retorno de Manuel Zelaya Rosales,   en cadena nacional de radio y de televisión al instalarse el régimen de facto,  mientras  le llamaba  “amigo”,  le advirtió no regresar a Honduras, porque de hacerlo habría “derramamiento de sangre”. 
Según la constitución hondureña, violada y defendida por el golpismo, ningún hondureño puede ser expatriado, y el Estado  es laico. El cardenalato, con derecho a expresarse,  no constituye un ente político que habilite  para hablar en nombre de un gobierno  en cadena de radio y de televisión.
A escasos 10 días del Golpe,  Rodríguez  acusó a Zelaya, de “mentir internacionalmente”, de dividir al pueblo “sembrando una  lucha de clases”,  de ser un gobierno corrupto y validó como legítimos los juicios  falsos de los tribunales.
El Cardenal Rodríguez se alió al   golpe de Estado, que defendió como “sucesión constitucional”.  No condenó, hasta hoy, los crímenes y violaciones a los derechos humanos por la violencia institucionalizada. Evade discutirlo y se limita a hablar  de reconciliación y perdón,  sin explicar de qué  y cómo.  
Rodríguez   ha emitido juicios favorables a Roberto Micheletti y al humanismo cristiano de Porfirio Lobo. Pero, se refiere con menosprecio a  una parte de la población a la que trata como marginal, en un acto moral excluyente ajeno a la doctrina cristiana. 
Ha dicho que “no entiendo que es lo que les he hecho para que me odien tanto”, quejándose del repudio popular manifiesto, en especial del pueblo en resistencia, a quienes llamó “grupúsculos”, y reclamó  que le manchan las paredes, con los mensajes de protesta dejados en los muros de la Catedral.

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La utopía seudoburguesa y la alcantarilla periodística

Ronnie Huete
El periodismo de alcantarilla es un fin que busca la utopía de quienes ostentan el poder mediático en Honduras, promoviendo, vendiendo y defendiendo ambigüedades que repiten constantemente hasta transformar a una mentira como verdadera.
Encerrar a Honduras en un estado ilusionista señalando que para este nuevo año será la recuperación económica, es seguir hilando la utopía seudoburguesa, que intenta desvirtuar los verdaderos hechos que sitúan a la provincia centroamericana en el tercer lugar más peligroso del mundo para ejercer el periodismo después de Paquistán.
Ejercer la comunicación en Honduras es enfrentarse a la intolerancia fascista que evolucionó en el asesinato de 11 periodistas en el recién pasado 2010 y varios amenazados, torturados y exiliados, cuya situación de vida aun los sitúa en un inminente peligro.
Hacerles frente a las familias que controlan el debilitado capital hondureño y que insisten en retrocesos primitivos como golpes de Estado, es atentar con la vida misma de quien menciona con nombres y apellidos quienes son los responsables de las atrocidades que se han cometido después del golpe de Estado del 28 de junio de 2009.
Los pocos periodistas que han mantenido firmemente esta postura en Honduras se encuentran en situaciones paupérrimas, violentándose el derecho al trabajo y a una vida digna, sin embargo tal situación es parte de los que resisten después de la asonada castrense.
Redactar los hechos que afecta la falsa integridad de los que acostumbrados a salir en las páginas sociales de los principales diarios golpistas de Honduras, es clavar otra daga de peligro para aquellos periodistas de a pie y que incansables buscan transmitir al mundo y  sus compatriotas del abismo que se forma en las ya Honduras de pobreza sujeta a los mandatos económicos del imperio estadounidense, y a los que recogen las migajas del mismo, es decir esa desdibujada burguesía.

Los disfrazados
Motivo por el que la utopía de estos hijos del desierto es seguir deformando la realidad que sufren los heroicos pobladores del Bajo Aguan, Zacate Grande, el pueblo negro, indígena y los demás poblados que siguen la emancipación de la patria grande latinoamericana. Pero no de aquellos que en la búsqueda desesperada del oportunismo se disfrazan con los colores rojo y negro para alcanzar un poco de los millones de euros o dólares en “pro de la defensa” de los derechos humanos y la libertad de expresión en una clara complicidad de esa realidad conveniente.
Deformar la verdad hasta conseguir el perfeccionamiento del ilusorio Estado es el propósito de la prostitución maquiladora de la información, cuyas maquinas imprimen cuasi una historia en donde el rey es noble y bueno y sus súbditos son enemigos por no aceptar los mandatos establecidos por su rey, aunque estos afecten los derechos humanos de los que gobierna.
Este feudo escrito no se aleja de las tierras conocidas como Honduras, en donde ser periodista y demandar una mejora en la igualdad social es auto aniquilar sus derechos, es adelantar una muerte o firmar la sentencia de la misma a la vista y parsimonia de los enemigos de la patria, y de los que pregonan su amistad bajo el manto lucrativo que les deja el movimiento social de donde han salido sendos burócratas de la “izquierda”.
Esa patria que han construido los indígenas, campesinos, obreros, negros o la madre abnegada que sirve a sus críos sin importar su edad o sus actuaciones, así son los verdaderos constructores de esta provincia centroamericana situada en el corazón del istmo.
Toda esa falsedad expuesta en los medios de comunicación que satanizan las actuaciones de las personas que resisten ante el régimen militar y político de facto es una utopía seudoburguesa, puesto que la libre información que ahora corre a través de la web es indetenible.

Empuje revolucionario
Los intentos de seguir asesinando la verdadera historia que los juzgará, son fallidos puesto que las herramientas tecnológicas de la comunicación archivan sus artimañas comunicativas.
El empuje revolucionario en la comunicación mundial ha sido más vigoroso, haciéndose notar en el enojo que causa este poderoso auge informativo en los mediáticos de la información al servicio oligárquico. Promoviendo el odio y el asesinato de periodistas, cuya muerte inmortaliza el verdadero legado y compromiso periodístico.
Pero ¿Qué sucede con aquellos periodistas hondureños que cumplen con su responsabilidad de informar subjetivamente con el pueblo? rompiendo con la falsa campaña de imparcialidad y objetividad que venden los medios de comunicación, puesto que tales características son ficticias en un periodismo verdadero para y por el pueblo.
Si bien ese subjetivismo ha llevado a muchos hasta la amenaza de perder la vida por informar y demandar a quienes se oponen al respeto de los derechos humanos y el desarrollo de la igualdad social, a través de los cambios revolucionarios que demanda el inminente progreso humano, se prefiere correr el riesgo antes de practicar un periodismo de alcantarilla.
Al caer a la alcantarilla periodística o periodismo de alcantarilla redactando grotescas realidades como si la población de Honduras y del mundo tuviera la mentalidad de un niño de cuatro años, es como ser un comunicador muerto en vida.
Volviendo a la pregunta de ¿qué pasa?  Con los periodistas hondureños subjetivos para y por el pueblo, la respuesta la tienen aquellos que se preocupan verdaderamente por el libre ejercicio del periodismo y del respeto a la vida de quienes intentan profesarlo.

El autor de este artículo es periodista y corresponsal  voluntario de la revista Caros Amigos editada en são Paulo, Brasil para Centroamérica,  La Agencia informativa Latinoamericana Prensa Latina,  El portal http://desacato.info y el portal de la Universidad Federal de Santa Catarina www.iela.ufsc.br,  ambos editado en Florianópolis, Brasil.

Una década de refundación

Por Gerardo Torres Zelaya


La humanidad ha cambiado mucho en estos últimos diez años, ha despertado. Los noventas fueron un periodo de silencio asfixiante, en el que solo quedaba contemplar la victoria del egoísmo, del capitalismo y del imperialismo. Algunos movimientos lograron levantarse pero el neoliberalismo lograba mantenerse en la cabeza como única forma posible y como “el fin de la historia”.

Al iniciar el nuevo milenio la olla de presión estalló y la convulsión (tan necesaria para el desarrollo) volvió a acomodarse en la cotidianidad del planeta. En Honduras se creaba en el marco del primero de mayo del 2000 la primera alianza en mucho tiempo entre estudiantes, trabajadores, trabajadoras, pobladores y fuerzas políticas asumiendo el nombre de Bloque Popular.

Poco a poco la organización popular empezó a generar por todo el territorio otras expresiones de unidad. La lucha era siempre antiimperialista y antisistema, luchábamos por la autodeterminación de los pueblos, en contra de los acuerdos comerciales, contra la militarización y nos consolidábamos como un pueblo organizado en contra del avance de la profundización del modelo neo liberal en el gobierno de Maduro que lo quiso vender todo y que gracias a la presión popular, quedo pendiente en muchas cosas.

A nivel global la percepción del mundo también cambio. El ataque del 11 de septiembre del 2011 contra las Torres Gemelas en Nueva York fracciono al mundo en dos corrientes: volvían a aparecer “los buenos” y “los malos”. Washington asumía el discurso de “nosotros” contra “ellos” dejando atrás la fantasía mediaticamente estructurada de que luego del colapso de socialismo soviético ahora todos y todas éramos la misma cosa.

George Bush será recordado por haber iniciado una de las guerras más repudiadas en la historia de la humanidad. Su lucha contra el terrorismo concentró el poder de fuego norteamericano en el Medio Oriente dejando un poco descuidadas otras regiones como América Latina que nunca ha dejado de ser contraria a la política imperial y que estallaba en nuevo proceso de convulsión.

Ni siquiera en los mejores años del movimiento Hippie por la Paz a finales de la década de los 60 se habían movilizado tantas personas en contra de la guerra. Millones salimos a las calles, cada quien en su contexto. Se consolidó un nuevo antiimperialismo y los argumentos del Departamento de Estado se han ido desbaratando desde entonces hasta el reciente escándalo de Wikileaks, demostrando su verdadera naturaleza, esa misma que como bien dice el Che “bestializa a los hombres”.

En esta década que recién despedimos también vimos el colapso del modelo neoliberal y una nueva etapa de desgaste del sistema capitalista que llegó hace tres años a su peor crisis hasta ahora, viendo como su andamiaje se colapsaba frente a los incrédulos ojos de los teóricos de saco y corbata de Wall Street (y otros imitadores regionales) que se dieron cuenta que la historia nunca termina y que la mentira y la especulación también tienen limites.

América latina ha asumido en esta decena la tarea de docente para el mundo entero, derrumbando conceptos obsoletos como la Democracia y los ha vuelto a armar proveyéndolos de nuevas características populares.

Por primera vez en la historia de esta “América Olorosa” como la llamara Neruda con cariño, se ha ganado tanto y de maneras tan irrefutables. La consolidación de nuevos gobiernos con variedad de connotaciones, pero en su esencia antiimperialistas, ha demostrado que las poblaciones quieren algo distinto.

El gobierno de Chávez en Venezuela que se ha sabido enfrentar a la política estadounidense ha llenado de valentía a otros pueblos. El desarrollo partiendo desde adentro y desde los pequeños productores y las alianzas entre trabajadores y trabajadoras que Lula puso en marcha en Brasil ha llenado de nuevos argumentos a la economía que entiende que la administración del Estado es la forma más efectiva de acumulación de recursos y que por lo tanto es absurdo plantearse volverlo privado para regalárselo a un pequeño grupo.

Hace algunos años fue el gobierno de Da Silva el que frenó el avance del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y hoy primero de enero logra una exitosa transición en la que asumirá nuevos compromisos Dilma Rousseff en una toma de posesión libre de golpistas.

Los ejemplos de Ecuador, Bolivia, Argentina, Paraguay y Uruguay han consolidado una política alternativa en América del Sur. Por su parte la Revolución Cubana cumplió 50 años y en estos últimos diez años ha desplegado al ejército más efectivo de todos los tiempos usando uniformes blancos y llevando salud en vez de muerte a los pueblos más desposeídos.

La creación de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), la inauguración del Banco del Sur y el fortalecimientos de estructuras como la Cumbre de los No Alineados y UNASUR dejan bien claro que esta vez la lucha contra el imperio esta llevada con determinación en todos los aspectos que sean necesarios. Este proceso es llevado adelante por gobiernos muy cercanos a los intereses populares que a través de nuevos procesos constitucionales han empezado a crear Estados que buscan tener la justicia y la solidaridad como cimiento.

En Centro América iniciamos la década con la terrible amenaza de las maras, la inseguridad y el narcotráfico. Los gobiernos como siempre entreguistas se dedicaron a sostener un modelo económico y democrático incapaz de solventar los problemas de las mayorías. En vez de buscar respuestas, su única solución fue la de aniquilar a una nueva generación de jóvenes y volver al narcotráfico en la vía para que al menos aparentáramos desarrollo.

Los movimientos armados de los 70 y 80 retomaron su beligerancia política. Los Sandinistas regresaron al poder en Nicaragua de la mano de Daniel Ortega integrándose a la estrategia de avance que se propone desde el bloque de América del sur y el Caribe. El Farabundo Martí de El Salvador desarrollo una impresionante campaña con el comandante Schafik Handal a la cabeza llevando a un nuevo proceso de participación a los y las salvadoreñas, logrando que 4 años más tarde un Mauricio Funes (con un perfil más moderado) arrebatara la presidencia a los asesinos de ARENA.

Costa Rica tuvo su movimiento social más ejemplar con la lucha contra el TLC movilizando y educando a todo un pueblo que aunque en las urnas perdió, dio una cátedra de dignidad y resistencia ante las medidas económicas imperialistas. Guatemala, siempre convulsionada, le ha prestado por primera vez en décadas el control del Estado a un gobierno de centro izquierda que busca a través de la figura de Álvaro Colom revertir las dinámicas excluyentes y conformar un gobierno que al menos garantice una mayor interacción entre las distintas expresiones sociales y políticas de ese tan diverso Estado. Panamá por su parte, ha logrado luego de la resistencia a la Ley Chorizo del año pasado, iniciar un nuevo proceso de unidad entre los y las trabajadoras, un hecho que no se veía con tanta fuerza desde los días de la invasión norteamericana en los 90.

Para aterrizar en Honduras, muchas cosas han cambiado para nosotros y nosotras. Nos enfrentamos al neoliberalismo en muchas formas, creamos en 2006 estructuras como la Coordinadora Nacional de Resistencia Popular que demostró la fuerza que tiene la unidad, como pueblo dejamos de creer en el Bipartidismo y entendimos que la única Democracia posible es la que se crea desde la lucha popular.

El caso del secuestro y expulsión de Manuel Zelaya demostró que quien se atreva a quitar los excesivos derechos de la clase económica gobernante o quien asuma una posición digna frente al imperio se ganara automáticamente el odio visceral de quienes nos pretenden esclavizar, pero también se ganará el respeto de las mayorías que buscan la liberación en cualquier rincón del mundo.

Esta década nos dejo un Golpe de Estado que evidencio lo que por tanto tiempo veníamos denunciando: que la oligarquía en Honduras nunca estuvo dispuesta a compartir sus beneficios, que el Estado de Honduras estaba cautivo, que las Fuerzas Armadas son y serán siempre traidoras del pueblo, que su Democracia era de mentiras porque las mayorías nunca fuimos parte y que la única manera de manejar Honduras es desde la unidad de los distintos sectores.

Este despertar nos ha costado enfrentar la represión que ha asesinado a valientes compañeros y compañeras, cuya entrega es hoy nuestra mayor motivación para seguir adelante hasta vencer.

Ahora nuestro vocabulario se ha ampliado, hablamos de Refundación y la entendemos como la creación de un Estado de Justicia, Equidad y Solidaridad que desconozca y niegue completamente la situación actual de violencia y exclusión.

La oligarquía en Honduras por fin tiene un enemigo al cual temer y es nuestra responsabilidad que esta vez la victoria sea definitiva. La generación, sin distingo de edad, que inicia este 2011 en Resistencia tiene un compromiso gigantesco con el futuro.

Esta década que inicia deberá ser de refundación y la Resistencia Popular hondureña ahora debe caminar hacia la propuesta política que deberá ser siempre revolucionaria para esquivar tanto las trampas reformistas como las románticas, las oportunistas, los prejuicios, el comodismo, la indisciplina y la falta de visión en la construcción de un poder popular con la capacidad de administrar el estado, sacar adelante la economía y dar respuestas a los problemas reales del día a día de la población.

Se acabo una década que retomó la batalla de los que lo tienen todo y los desposeídos que cada vez se organizan más. Esta nueva década inicia con varios enfrentamientos entre la esperanza y la barbarie.

Nadie sabe lo que estará haciendo en diez años, de lo único que tenemos certeza es de lo que podamos hacer hoy.



Gerardo Torres Zelaya

Secretario General Organización Política Los Necios (OPLN)

Comisión Internacional Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP)

1ro de Enero, 2011.
El iniciar un año siempre trae consigo una serie de esperanzas, promesas e ilusiones y por supuesto que en el caso del 2011 no es distinto. Al pasar la frontera de las 12 de la medianoche, Honduras inició un nuevo año en medio de lo que puede llegar a convertirse en el momento más importante de su historia política y al mismo tiempo despidió una década inolvidable.

Cardenal pretende victimizarse, mientras acusa veladamente a la Resistencia

Por Red Morazánica de Información





El cardenal hondureño Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, intentó mostrarse hoy como una victima más del golpe de Estado, en el programa “Frente a Frente”, que dirige el periodista Renato Álvarez, uno de los principales voceros del golpe de Estado, al denunciar unas supuestas amenazas a muerte.

El purpurado denunció haber recibido amenazas a muerte después del golpe de Estado, mientras algunos sacerdotes afines también al golpe, también estarían siendo amenazados, por sectores que no identificó directamente.

Sin embargo el cardenal prácticamente acusó al Frente Nacional de Resistencia Popular FNRP, al afirmar que quienes están detrás de las amenazas “están en el peor camino, no es por allí donde se puede comenzar una nueva Honduras para hacer una Honduras mejor, debemos aprender a respetarnos y no pensar que la ideología del pensamiento único nos va a llevar a la liberación”.

El FNRP, propone la refundación de Honduras a través de la convocatoria a “una nueva Asamblea Nacional Constituyente Popular y Participativa” y para volver al orden constitucional, roto por el golpe de Estado militar contra Manuel Zelaya Rosales.

El cardenal dejo entrever que habría una persecución contra algunos sacerdotes partidarios del golpismo, sin embargo olvidó mencionar el caso del padre Andrés Tamayo, quien el dictador Roberto Micheletti, le canceló su carta de naturalización como hondureño y le negó la entrada libre al país.

Algunos sectores acusan al cardenal, de ser él quién ordenó la expulsión del Padre Tamayo, a quien se le privó del ejercicio pastoral al quitarle su parroquia en el municipio de Salamá en el departamento de Olancho.

Rodríguez es señalado de ser uno de los principales actores del golpe contra Zelaya Rosales, y está acusado además de malversación de caudales públicos ante la Fiscalía general del Estado, por recibir por decreto ejecutivo 100 mil lempiras mensuales durante las administraciones de Carlos Flores y Ricardo Maduro.

Después del golpe de Estado, el prelado católico ha aparecido muy pocas veces en los medios de comunicación, y muchas veces ha salido huyendo de las cámaras ante las preguntas de los periodistas, pero hoy apareció por más de una hora en la televisora que el día del golpe de Estado, retransmitió partidos de fútbol antiguos de la selección nacional.

De acuerdo con una nota recogida por Proceso Digital, “Rodríguez dijo que tras esos hechos, (el golpe de estado) él ha tenido que enfrentar varios incidentes en el extranjero, donde personas le llaman golpista, lo que considera injusto y falso porque yo no he tenido que ver en eso”.

“Es una red, lamentablemente hay una red no solo a través de Internet sino a través de varias organizaciones”, se quejó el religioso en la nota publicada por el medio digital.

Lo que el cardenal quisiera borrar de su pasado reciente.

El Cardenal hondureño, se opuso al retorno de Manuel Zelaya Rosales, en cadena nacional de radio y de televisión al instalarse el régimen de facto, mientras le llamaba “amigo”, le advirtió no regresar a Honduras, porque de hacerlo habría “derramamiento de sangre”.

Según la constitución hondureña, violada y defendida por el golpismo, ningún hondureño puede ser expatriado, y el Estado es laico. El cardenalato, con derecho a expresarse, no constituye un ente político que habilite para hablar en nombre de un gobierno en cadena de radio y de televisión.

A escasos 10 días del Golpe, Rodríguez acusó a Zelaya, de “mentir internacionalmente”, de dividir al pueblo “sembrando una lucha de clases”, de ser un gobierno corrupto y validó como legítimos los juicios falsos de los tribunales.

El Cardenal Rodríguez se alió al golpe de Estado, que defendió como “sucesión constitucional”. No condenó, hasta hoy, los crímenes y violaciones a los derechos humanos por la violencia institucionalizada. Evade discutirlo y se limita a hablar de reconciliación y perdón, sin explicar de qué y cómo.

Rodríguez ha emitido juicios favorables a Roberto Micheletti y al humanismo cristiano de Porfirio Lobo. Pero, se refiere con menosprecio a una parte de la población a la que trata como marginal, en un acto moral excluyente ajeno a la doctrina cristiana.

Ha dicho que “no entiendo que es lo que les he hecho para que me odien tanto”, quejándose del repudio popular manifiesto, en especial del pueblo en resistencia, a quienes llamó “grupúsculos”, y reclamó que le manchan las paredes, con los mensajes de protesta dejados en los muros de la Catedral.